Época: Grecia ClásicaI
Inicio: Año 480 A. C.
Fin: Año 425 D.C.

Antecedente:
Esparta y la Liga del Peloponeso



Comentario

El final de Pausanias y la retirada de la hegemonía dejaba todas las decisiones espartanas en manos de esa oligarquía aislacionista y conservadora, ahora especialmente fortalecida. Sin embargo, su capacidad para tomar decisiones internas no la libró de enfrentarse a múltiples problemas procedentes de los márgenes de su realidad. Desde 471, parece que, en cierto modo como efecto de la actividad de Temístocles en el Peloponeso, reaparecen los problemas entre los eleos y los tegeatas, tendentes a convertirse en ciudades democráticas y a aliarse con los argivos, que continuaban manifestando su hostilidad a los espartiatas. En la década de los sesenta, los arcadios llegaron a formar una coalición que fue derrotada en la batalla de Dipea. Ni los datos ni las investigaciones habidas hasta el momento permiten definir con cierta exactitud cuál es el grado de democratización a que llegaban estas ciudades rivales de Esparta, ni cuál sería su identificación en el plano económico y social, cuáles eran los límites de la participación en la politeia y los derechos reales que ésta aportaba a los grupos de la colectividad. Hay que suponer, con todo, que al menos suponía una notable ampliación del cuerpo cívico con respecto a una oligarquía restringida.
Ahora bien, el problema más grave con el que tuvieron que enfrentarse los espartanos fue el de la llamada tercera guerra mesenia, consistente realmente en la revuelta de los hilotas de Mesenia, relacionada con un terremoto atribuido a la voluntad de Poseidón, dios que conmueve la tierra, que tenía un santuario en el Ténero, lugar de asilo de los hilotas. Sin embargo, la resistencia más fuerte de la rebelión, que se dice que duró diez años, desde mediados de los sesenta a mediados de los cincuenta, tuvo lugar en el monte Ítome, donde también había un santuario dedicado a Zeus, en que los hilotas conservaban, en Mesenia, algún tipo de asilo. Posiblemente, la actuación anterior de Pausanias no es ajena a los gérmenes de todo este proceso de rebeldía. La ayuda prestada por los atenienses a iniciativa de Cimón y el rechazo posterior de parte de los espartanos contribuyó al inicio de las hostilidades entre ambas ciudades y a las transformaciones democráticas de Atenas, a iniciativa de Efialtes. Hubo también grupos de periecos de diferentes asentamientos que apoyaron la revuelta. En su primer impulso, el movimiento tomó una actitud más activa, pero luego se limitaron a resistir en el monte Ítome. En relación con estos datos, existe alguna ambigüedad sobre la participación de hilotas laconios, seguramente debido a que el desenlace centrado en Mesenia influyó en la orientación en este sentido de las fuentes que tienden a considerar el movimiento como específicamente mesenio.

Al final, seguramente porque el inicio de las hostilidades con Atenas obligó a los espartanos a dispersar fuerzas, éstos se vieron forzados a llegar a un pacto con los rebeldes y, si no les concedieron la posibilidad de quedarse cultivando sus tierras, al menos los mesenios pudieron asentarse en Naupacto, en el golfo de Corinto, en la costa de Lócride, donde desempeñarían un importante papel en las relaciones entre Atenas y Esparta.